viernes, 31 de agosto de 2007

OTRA HERRAMIENTA APICOLA







En los colmenares de los hermanos Berry (1.500 colmenas) ubicados en Arataki, la jornada parte a las 8.00hrs, van en el camión 3/4 los dos hermanos y Felipe (apicultor chileno) que va de invitado especial y “ayudante”. La jornada durará todo el día por lo tanto llevan colaciones, y toda la parafernalia típica de un día apícola.

Las colmenas de estos neozelandeses están constituidas por dos cámaras cada una, por lo tanto en la mayoría de ellas las reinas han “subido” a poner a la cámara superior y ahora viene la tediosa tarea (que ahorraría la rejilla excluidora de reinas) de “ordenar la casa”.

Se deben bajar los marcos con postura y subir los con miel, además se aprovecha de quitar algunos marcos vacíos del alza y agregarle marcos con miel, que han llevado en el camión especialmente para este fin; así la reina prosigue el desarrollo de la colmena confinada (entre comillas) en el cajón de más abajo –cámara-. Dicho de esta forma resulta fácil y sencillo. Las colmenas están sobre pallets y en grupos de cuatro, todo a nivel del suelo.

Aquí viene el punto interesante, todos los que han trabajado en colmenas ubicadas sobre el suelo y no en caballetes (la mayoría) saben lo molesto y cansador que es trabajar con la espalda doblada y haciendo fuerza, además es sin dudas dañino para la pobre columna vertebral. Estos señores han desarrollado una palanca o herramienta apícola muy particular:

Consiste en un trozo de acero (hoja de resorte) de más o menos 40 cm de largo, bastante gruesa y tosca pero extraordinariamente resistente, en un extremo tiene un doblez en 90 ° y en el otro extremo filos laterales, además en este extremo lleva una saliente afilada como un pequeño gancho. Este es lo más interesante, lo utilizan para levantar tanto los marcos desde la cámara, enganchándolos por el cabezal, como tapas y entretapas que han dejado en el suelo, todo esto casi sin agacharse y con gran comodidad.

La práctica adquirida tras días y días de uso de este adminículo los ha convertido en verdaderos “espadachines”, para que no quede duda de la utilidad de la herramienta ni de la destreza en su uso, en solo una jornada realizaron le tediosa tarea descrita en nada menos que 240 colmenas.


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